Pintxos vascos en Barcelona

A pocos días de la llegada del verano, Barcelona se engalana para recibir a cientos de turistas. El turismo para Cataluña es una importante fuente de ingresos, por lo que todo tiene que estar perfecto. Las diversas maneras de viajar y la amplia oferta de turismo hace que los visitantes tengan un extenso abanico de oportunidades. Por lo que cada vez son más los que se desplazan con el objetivo de realizar un turismo gastronómico, siendo la Ciudad Condal un punto clave para disfrutar de la variedad de manjares que oferta España. No hay más que salir a la calle, dar una vuelta y observar. Con facilidad verás como las terrazas están abarrotadas de gente, como en los bares de paella se forman hileras para conseguir una mesa o como los restaurantes vascos con esa espectacular barra de pintxos atraen a una gran cantidad de turistas.

Barra de pintxos del restaurante Orio (grupo Sagardi), en carrer de Ferran 38

La clave del éxito

Precisamente fueron los vascos, en los años sesenta, los primeros en instalarse en Barcelona, con el famoso restaurante Amaya como emblema en plena Rambla. Otros por el contrario; Jaizkibel, Udala, El Chato o el Gorria, se afincaron al lado de las muchas agencias de transporte ubicadas en la zona de la Gran Vía próxima a la plaza de toros La Monumental. A lo largo de estos años, el éxito de los restaurantes vascos ha hecho que se dupliquen y se acomoden por toda la ciudad. 

Lo que es ahora el restaurante Amaya fue una sala de baile de no muy buena 
reputación. Las bailarinas taconeaban para protegerse del frío, lo que hizo que el 
mármol del suelo fuera desgastándose y formando surcos. De hecho, muchos piensan que 
el nombre Amaya proviene de una bailaora flamenca que acudían al local. Pero lo 
cierto es que el fundador y cocinero vasco, Antonio Mailán, escogió uno de los 
nombres de mujer más comunes de su tierra.

Es la muestra, que conservan, del suelo de mármol desgastado en el restaurante Amaya

Y es que el concepto, comer pintxos y beber zuritos, no es cuestión de idiomas, religiones o sentimientos, es algo universal. Se trata de un concepto fácil de entender e innovador para los extranjeros. Es un self service al uso occidental y adecuado al ritmo de vida; mimando la calidad del producto y el trato con el cliente. Al fin y al cabo lo que los turistas buscan es una experiencia similar a la de degustar la gastronomía vasca como si en Euskadi estuviesen. Porque el verdadero éxito es la fama mundial que ha cosechado el País Vasco gracias a los cocineros que se esfuerzan por cuidar y mejorar las recetas y los productos de la tierra para hacer de la gastronomía su arte. 

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Miryam Tejada

 

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