Tengo que admitir que con Brujas he caído en el topicazo, ¡qué le voy a hacer! Reconozco que pasear en barca por sus hermosos canales, alucinar con cafeterías y tiendas decoradas hasta el más mínimo detalle, besar a tu pareja en uno de los puentes y pisar calles fotogénicas del centro histórico hace que te sientas actriz protagonista de una película romántica. De esas en las que terminas a moco tendido, aún sabiendo desde el minuto uno que el chico y la chica terminarán juntos.*Soy vasca y cabezota, pero también tengo mi lado sensiblón.
Lástima que este cuento de hadas sólo sucediera en mí imaginación, ya que mi puesta en escena fue con amigos Erasmus. ¡Ojo! La compañía fue estupenda.
No obstante, sí que es verdad que ésta ciudad de Bélgica, perteneciente a la provincia de Flandes, incita a ser visitada con tu pareja, amor, compañera sentimental, persona especial, “osito” o llámalo X.
Lago del amor
Tal es el amor que se respira en el ambiente que hasta un lago en Brujas fue bautizado con el nombre de Minnewater, o lo que es lo mismo en cristiano “Lago del Amor”.
¿Ahora quién es la valiente que se resiste a dar un romántico paseo por la zona?
La estampa es de postal: cisnes blancos, sauces llorones, bancos de madera y verdes prados ¿Qué más se puede pedir para arrasar en instagram? 😉
Minnewater –Minne en neerlandés significa amor- está cerca de la estación de trenes y de autobuses y a unos 20 minutos a pie del centro de Brujas y sus canales –lo más turístico-, por lo que la cantidad de turistas es menor y la tranquilidad mayor. Tanto es así que hasta nos animamos a hacer un picnic al más estilo belga –aparece el sol en pleno invierno y todo el mundo en manga corta y tumbados a la bartola-. Y como dice el refrán: “adonde fueres haz lo que vieres”, eso es lo que hicimos. Lástima que nos faltara la siesta.
No te libras de unas pinceladas de historia
Remontándonos en sus orígenes, el lago sirvió y/o fue adaptado para canalizar el río Reie y conectar la ciudad de Brujas con el mar. De ese modo, el acceso de las rutas comerciales al Mar del Norte fue más sencillo y los habitantes pudieron sacar beneficio, ya que el nuevo canal Zwyn se convirtió en la puerta de entrada de la lana importada y de salida de los paños flamencos.
Los canales, que ahora son exclusivamente turísticos –se realizan excursiones en barca para conocerlos-, fueron de vital importancia para formar parte de una estrategia comercial en toda Europa, puesto que por ellos circulaban grandes embarcaciones.
Sin embargo, no todo está basado en hechos científicos e históricos. Brujas es una ciudad estancada en el medievo y demasiado bonita (declarada en el 2000 Patrimonio de la Humanidad) para no verse en vuelta en múltiples leyendas amorosas ¡Allá va una de ellas!
“El nombre del lago proviene de una mujer llamada Minna, la cuál estaba enamorada de un ciudadano de Brujas. Un hombre con una condición social no apropiada para una doncella como Minna. El padre de ésta no aprobaba su matrimonio, así que la bella mujer huyó de casa a refugiarse al lago y acabó muriendo. Su enamorado, roto de dolor, la encontró en una orilla y separó las aguas para enterrar a Minna bajo ellas y que el amor de ambos perdurara para siempre en el Minnewater”.
Vamos parecido a Romeo y Julieta. Así son los hombres… de ¿románticos?
Y por la zona el beaterio de la Viña
Como extensión al lago se encuentra el beaterio de la Viña, un rinconcito maravilloso que “oculta” la ciudad para proteger la espiritualidad y la magia que le rodea.
El beatario fue habitado desde el siglo XII al XIV por las beguinas, una congregación que no era exactamente una orden religiosa, sino mujeres dedicadas a la oración y a distintos trabajos como cuidar enfermos y prestar ayuda a los más necesitados. Las beatas no hacían voto de pobreza, ya que se ganaban la vida con su trabajo y volvían a su vida cotidiana cuando lo veían oportuno. Ya en el siglo XV y XVI, diferentes movimientos religiosos acabaron por desaparecer y los beatarios fueron habitados por monjas de distintas órdenes.
El Beaterio de Brujas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, actualmente está habitado por monjas benedictinas que cuidan del recinto y se encargan de cerrar puntualmente sus puertas -su entrada es gratuita de lunes a domingo de 6:30 a 18:30 horas-. En él te puedes imaginar cómo vivían las beatas en otros tiempos, cuando los maridos y padres partían a las cruzadas. Ellas pasaban a ocupar las bonitas y bien cuidadas casas encaladas de blanco con tejados rojos y rodeadas por frondosos jardines.
Preciosas las fotoos!
La ciudad es preciosa 🙂
Quizá una de las ciudades más bellas de toda Europa. Que ganas de volver a Flandes! Desde luego, hay tópicos que vale la pena vivirlos.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo 😉 Saludos viajeros
Siempre he tenido ganas de descubrir Brujas, pero viendo tus fotos me entraron más ganas aún !Qué bonitas¡
Pues no esperes más, y anímate a ir 🙂 Saludos
¡Madre mía que preciosidad!
Yo tampoco viví una preciosa escena de una peli romántica. Fui con compañeros de clase hace ya muchos años :((( vaya birria…jejeje
Desde luego tengo que volver porque esas fotos tuyas me han recordado lo bonita que es esta ciudad.
¡Un saludo!
Sí, hay que volver 😉 Saludos
Que recuerdos!!! Me ha encantado leerlo.
🙂 ¿Te acuerdas de las 2 horas que estuvimos sentados en una de las plazas sin nadie alrededor y charlando de todo y de nada? Fue genial ese momento