Ahora que están supermegahiperultra de moda los blogs denominados “viajar con hijas” (que yo me pregunto: en el pueblo X con cuatro casas, el ayuntamiento, la iglesia y una plaza, ¿qué diferencia hay entre visitarlo con niñas, ir con tú pareja o abuelas? Pues al parecer la hay. No sé dónde, pero la hay… Supongo que cuando sea madre comeré huevos) yo le doy la vuelta al cuento y muestro cómo es viajar con padres.
Claro está qué cada familia es un mundo y que las condiciones del viaje cada cual las interpreta a su manera. Los perfiles viajeros varían, así que no me queda más remedio que describir, brevemente, cómo son mis aitas.
Desde luego los típicos de pulserita todo incluido no son. Tampoco les atrae la idea de estar ocho horas tumbados a la bartola en una playa. Lo del crucero no lo han probado. El safari, teniendo en cuenta que a mí madre le dan pánico los perros, ni te cuento el show que podría llegar a ser. E ir a albergues a compartir una habitación con otras ocho personas, pues como que no.
Podríamos decir que…
Su comportamiento viajero es normal
…bueno que voy a decir yo, sí ellos me enseñaron a ser un culo inquieto.
Cada vez que se embarcan en una nueva aventura:
- Maltratan los días, es decir, se levantan temprano y se acuestan tarde. No vaya a ser que a Rajoy también le de por recortar los días.
- Las rutas en coche son lo suyo. Bueno lo de mí padre, que es el camionero de la familia y quién conduce. Da igual los kilómetros que sean sí la recompensa es buena.
- Se adaptan a cualquier situación, todo les viene bien. Tanto que ya saben lo que es el consumo colaborativo en los viajes. ¡La experiencia Airbnb fue todo un éxito!
- No son quisquillosos, y mucho menos con el alojamiento. Lo usamos para dormir y justo, justo.
No obstante… también se lucen con sus ocurrencias y momentazos (tenemos anécdotas para no dormir), y más ahora que se han animado a conocer el extranjero (han estado en Marruecos y Nueva York sin mí y eso se llama puñalada trapera). Es genial verles, parecen niñas con zapatos nuevos. Cada detalle les sorprende, se emocionan al descubrir lugares asombrosos, las situaciones para “las jóvenes viajeras acostumbradas a salir de su zona de confort” son totalmente novedosas para ellos y las ganas de seguir conociendo mundo cada vez son mayores.
La miedosa e insegura a lo desconocido es mi madre. Siempre atenta a cualquier situación paranormal que pueda suceder o gente rara que se nos acerque. Sin embargo, al estar los tres juntos los miedos los supera. Tengo que decir que muchas veces mi padre y yo vamos a lo loco, sin pensar en las consecuencias, y menos mal que está mi madre para poner coherencia. Y la persona aventurera, de tiro por este camino que no sé adónde va a dar pero parece que mola, es mi padre. Te aseguro que con la mosca detrás de la oreja nunca se queda. Nos mete por cada sitio que…
Tienen sus cositas, como:
1.- Viajan a mesa puesta
Miryam se encarga de los vuelos, el alquiler del coche, los apartamentos, la ruta, etc ¿Alguien da más? Y no es por echarme flores, pero eso es una gran ventaja para las personas que no controlan 100% internet. Eso sí, tampoco ponen pegas a lo que les propongo, así que es fácil organizarlo.
2.- Wifi, un miembro más de la familia
Si paramos a tomar algo, comer e incluso en los hoteles que nos hospedamos para mí es fundamental tener Wifi. A ellos les da igual, como sí se pasan quince días sin acceso a internet.
3.- Vacaciones subvencionadas
No viajo con mis padres porque me lo pagan todo. ¿Es un chollo? Sí, pero a cambio amenizo las vacaciones con mí simpatía y alegría matutina ¡Ahí queda eso! Además, mi padre me pide cuentas. No las cuentas que suelen hacer los catalanes para pagar cada uno lo suyo, ¡no! Sino que suba post de los sitios en los que hayamos estado. Parece el jefe del blog (todavía le debo cosillas de Eslovenia y Francia…)
4.- Los ronquidos como banda sonora del viaje
Nos solemos decantar por alquilar apartamentos, creemos que así gozamos de más libertad y nos sentimos como en casa. No obstante, los daños colaterales son los ronquitos. Al dormir juntos, el concierto nocturno de ronquidos no cesan. ¿Y a quién le afectan? A mí, ya que me quedo despierta hasta tarde.
5.- Las amigas de mi madre le tienen envidia
Están que se tiran de los pelos. ¿Dónde se ha visto que una hija le haga tanto caso a sus padres en los tiempos que corren? Lo reconozco somos vascas, y la rareza nos acompaña 😉 Aunque lo que más crispación crea es el book de fotos que tiene mi madre a la vuelta del viaje, eso no se paga con dinero.
6.- Mando yo
¿Quién hace todo el trabajo previo de búsquedas y compras? La menda lerenda, ¿no? Pues mando yo. Estoy sujeta a cambios, pero normalmente…
Eso sí, el tema comidas es un área que lleva mi padre. Es muy sibarita y le gusta probar sabores nuevos. Además, se fía mucho de lo que las amistades le dicen y la verdad es que casi siempre acierta.
7.- Haces más actividades lúdicas
Cuando viajo mi prespuesto es muy ajustado. Y cuando tengo que reducir gastos lo primero que se ve afectado son las actividades lúdicas, es decir, hacer excursiones en barco, visitar castillos o hacer rutas guiadas, entre múltiples opciones más. Cosa que sí viajo con mis padres no sucede. Ellos siempre están dispuestos a realizar actividades complementarias para disfrutar del destino 100%.
8.- Si no puedes con ellos únete
Volver a casa con una foto buena para el blog es una ardua tarea . Siempre, siempre, siempre tengo que sacar la misma foto tres veces porque en dos aparecen por medio mis padres. Y ya ni se apartan. Ven que pongo el ojo en el visor y epiezan las poses… ¡Increíble esta nueva disciplina artística!
9.- Tema idiomas
Aquí suspendemos los tres por mucho que mi madre diga que sabe francés. Está claro que los idiomas no son lo nuestro. En italino me arreglo y con el inglés “me defiendo”. Eso sí, no tenemos problemas para hacernos entender. Con nuestra simpatía y el idioma internacional de signos nos apañamos a las mil maravillas.
10.- Las lágrimas nunca faltan
Como el tiempo que pasamos juntos es muy productivo y nos lo pasamos de maravilla, la despedida es una mierda. Rápido, corriendo y llorando… un panorama que vamos… No lo podemos evitar.
Y básicamente es esto viajar con tus padres. Tener anécdotas que a tu vuelta nadie las entienda, porque han surgido en un clima que sólo tus padres y tú recordaréis para toda la vida.
LLAMAMIENTO A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO SI QUERÉIS QUE OS ORGANICE UN VIAJE, POR UN MÓDICO PRECIO LO PODEMOS HABLAR ¿QUÉ DECÍS?
* que se abstengan franceses, alemanes e ingleses que ya sabéis que no controlo idiomas
¡Me encanta!
Yo también he hecho algunos viajes con mi madre, (a mi padre de momento no le hemos convencido) y en algunos puntos es clavada a los tuyos!
A ella le encanta viajar conmigo, yo lo organizo todo, busco alojamiento, transporte, actividades etc, y luego también soy su guia! A cambio yo disfruto de comidas y actividades que con un presupuesto mochilero no se hace!
Eso sí, ella nada de fotos ni ronquidos!
Incluso hicimos un viaje con dos amigas suyas, te lo recomiendo, risas superaseguradas!
Un abrazo guapa y que haya muchos viajes más con los padres! 🙂
Yo mucha paciencia no tengo, así que no sé como me iría un viaje con mi madre y dos amigas suyas… quizá habrá que probarlo.
Ya sabes cuál es tu asignatura pendiente, ¿no? Convencer a tu padre y que se una a vosotras 😉
Besos guapa y recuerdos a Alex 🙂
¡Que guay!
Este año voy a hacer un viaje a Roma com mis padres y me toca a mi reservar todo. Hace mucho que no viajo con ellos. Ya tengo ganas de compartir una nueva ciudad con ellos.
Besitos
Seguro que lo pasáis estupendamente. Y todoooo el esfuerzo que has hecho antes (buscar vuelos, apartamentos, restaurantes, etc) desaparece en cuanto les ves. Saludos 🙂