Concretamente Azpeitia está a 25,9 km por carretera desde Eibar, mi municipio. Por suerte o por desgracia, han sido muchas las mañanas las que he pasado en la localidad azpeitiarra, ya que sus calles acogen a los novatos, de municipios vecinos, que quieran sacarse el carnet de conducir. “Todavía me acuerdo de aquellos días de noviembre a las 08:00 de la mañana, diluviando, subiendo el puerto de azkarate y medio discutiendo con mi profesor de autoescuela” Aunque lo recuerdo con cariño, ¿porqué no? Después de todo, el práctico lo obtuve a la primera y los astros, al parecer, se pusieron de mi parte para que no lloviera y nadie se cruzara por mi camino.
Pero seamos sinceros, Azpeitia se conoce por su santuario, al que acudió el Papa Juan Pablo II en el año 1982 para oficiar una misa. Junto con el santuario de Aránzazu es el más importante del País Vasco. Es un espacio monumental y religioso impresionante, cuidado al detalle y construido alrededor de la casa natal de Ignacio de Loyola, quien da nombre al lugar. Loyola es también distinguido por ser el fundador de la Compañía de Jesús, más conocida como los jesuitas.
Sin embargo, yo Azpeitia lo conocía por su Museo Vasco del Ferrocarril. Fui siendo una niña. Y de adulta fui con el mismo colegio, pero esta vez de monitora de tiempo libre. ¡Paradojas de la vida! Aunque en ambas ocasiones tuve la oportunidad de disfrutar al máximo. El recuerdo de pequeña no lo tengo tan nítido, pero cuando fui yo de responsable con los más pequeños fue una gran aventura. ¿A qué niño no le gustan los trenes? Un viaje en tren cuando eres tan solo un niño es todo un suceso. Y más cuando te dan un paseo en una vieja locomotora. ¿Andará o no andará? ¿Podrá con todos los pasajeros? ¿En qué tren montan a los visitantes del museo? Os dejo que seáis vosotros mismos quienes acudáis y lo comprobéis.
De todas formas, lo que sí que os puedo adelantar es que el museo presenta una de las mejores colecciones ferroviarias de Europa. Además, ofrece uno de los más completos conjuntos de máquina-herramienta de Euskadi, a través del antiguo taller mecánico del Ferrocarril del Urola. Esta instalación se conserva tal y como fue inaugurada en 1925. Y por otro lado, en la primera planta del museo, se encuentra una muestra de los uniformes utilizados desde finales del siglo XIX hasta el AVE. Y en el segundo piso encontraremos una de las mejores colecciones de relojería ferroviaria del mundo que nos trasladará a un verdadero viaje en el tiempo.
Así que más allá de las creencias religiosas o de las bodas que se celebran en Loyola, a mi Azpeitia, con sus 14.509 habitantes, me ha marcado por mi carnet de conducir (todavía recuerdo el recorrido que me hizo hacer mi examinador) y por aquella mañana tan bonita que pasé con mis niños, a los que echo de menos y quizá a muchos ni les conozca ya. Pero aquí la yaya Miryam les tiene que decir que: “gracias por aquel nerviosismo y sonrisas que mostrasteis aquel día, me alegró el fin de semana”
Miryam Tejada
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