Cuando se pronuncia la palabra Marbella, enseguida tu cabeza busca el lado malvado y asocia la ciudad con: turismo de élite, corrupción, lujo, pijerío… Es cierto que ha habido personas y situaciones que han manchado este destino turístico mundialmente conocido, pero yo te puedo decir que hay muchas veces que hablamos sin saber. Y a mí en su día es lo que me sucedió. Aunque hoy rectifico y puedo hablar sobre este municipio malagueño. He pasado muchos de mis veranos en Marbella y mi mirada sirve para que los perjuicios disminuyan y te acerque un poco más a esta localidad.
UNA CIUDAD DE EXTREMOS
El turismo de lujo está presente. Marbella es una ciudad que nunca te dirá que no a algo que pidas o quieras. Tiene de todo y para todos. La propia ciudad te situa. Está la zona de grandes hoteles, residencias privadas, mansiones… Y la parte alta, donde se encuentra el pueblo, muchas veces olvidado. Da la sensación de que en Marbella solo existen las grandes urbanizaciones, y no es así, porque entre toda esa nueva construcción todavía queda espacio para los propios marbellís. De hecho, aunque cueste creerlo, Marbella fue una de las zonas españolas donde la industria minera destacó. Instalaron altos hornos para aprovechar el hierro que se extraía de las minas de Sierra Blanca. Y es que esta localidad andaluza presume de tener a pocos kilómetros una gran magnitud de serranía y largos kilómetros de playas. De ese modo llueve a gusto de todos.
En su casco antiguo queda reflejado el pasado. Ha sido una ciudad marcada por el paso de diferentes civilizaciones, pero que hoy ha logrado conservar lo que la provincia dicta, su espíritu andaluz. Por ello quiero hacer resaltar la Plaza de los Naranjos, muchas veces vista por televisión, ya que es donde se encuentra el ayuntamiento. Es un punto de referencia ideal para ir temprano a desayunar o pasear por la noche, tomarse algo y picar unos pescaítos fritos. ¡Es un plan perfecto! Además, no te tienes que preocupar por el tiempo porque todos los días, por los menos en agosto, hace muy bueno.
Sin embargo, donde realmente descubrirás la verdadera Marbella es perdiéndote por las liosas callejuelas. Puedes pasarte horas y horas y no te cansarás de ver detalles diferentes. Las casas, la mayoría blancas, están decoradas y quienes predonminan en fachadas, balcones y a pie de puerta son las flores. Es una gozada ver lo cuidadas y bonitas que las mantienen. Aportan aroma y un color especial. Los azulejos, también en las fachadas de las casas o a la vista de los visitantes, están a la orden del día. Además, si en ellos está inscrito algún refrán o una cita que te haga pensar, mejor.
Un lavado de cara
Puedo decir que he vivido la transformación de la ciudad. Quién ha marcado los ritmos del ambiente marbellí ha sido su vecina Puerto Banús. En Marbella se han vivido noches de auténtico aburrimiento para la juventud. Pero ahora la situación ha variado. El puerto marítimo de Marbella ha sido reformado, se han abierto muchos bares de copas, alguna que otra discoteca o after y el ambiente festivo empieza a florecer.
Por ese motivo, te hablo de actitud. Si vas a un lugar pensado en negativo creo que nunca podrás disfrutar de él al 100%. Intenta dar a Marbella una segunda oportunidad y comprueba por ti misma como es la ciudad. Y si no te gusta me lo dices y si te gusta también. Ya sabes que aquí se puede hablar de todo.
Miryam Tejada
La verdad que he viajado mucho por Andalucía y es un destino del que huyo, será cuestión de pensarlo.
Tiene unas tascas y unos rincones preciosos para visitar
Gracias Miryam por descubrirnos la cara menos popular y seguro más interesante de esta famosa población malagueña.
Hay que darle una oportunidad Saludos Cristina
wow! sinceramente siempre he pensado lo que comentas: turismo de lujo, pijería etc. De todos modo pongo la mano en el fuego, como bien dices, que hay rincones y lugares espectaculares
Gracias por compartir
En tu próxima visita a Andalucía visítalo