Muchas veces cometemos un error. Al viajar al extranjero y visitar países con restos históricos, paisajes de ensueño o culturas diferentes, los alabamos y admiramos como si nada igual hubieramos visto con anterioridad. Sin embargo, pasamos por alto las maravillas que tenemos cerca. No hace falta 24 horas de vuelo para visitar Patrimonios de la Humanidad o bañarte en playas paradisíacas. Está bien viajar, salir y descubrir cosas totalmente opuestas a lo que estamos acostumbrados (yo lo hago, y me encanta), pero no debemos olvidar la riqueza que poseemos y de la que podemos aprender y dar a conocer.

Por eso, cuando salí de la Alhambra me sentí bien. Era una deuda que tenía conmigo misma. He recorrido gran parte de la geografía española, pero hay ciertos puntos que me faltan por visitar y poco a poco los quiero ir descubriendo.

Fue un auténtico placer pasear por esta ciudad palatina, y más cuando vas acompañada por una persona que te explica, con palabras de andar por casa, lo que es cada estancia, cada grabado, cada fuente o cada torre. ¡Así da gusto!

Pero Granada es algo más que la Alhambra

Y es que esta ciudad andaluza, es también conocida por su tapeo. Lo pude comprobar, y la comparación de salir por Barcelona o salir por Granada es odiosa. El sistema de las tapas está muy bien pensado y creado para todos los bolsillos. Por 2 euros, tienes tu caña y tu tapa. Incluso en algunos establecimientos se puede elegir la tapa que quieres degustar. ¡De verdad, con 6 euros comes!

Ambiente estudiantil

Es un buen aliciente, para todos aquellos estudiantes a los que no les guste cocinar, o a los que les encanta callejear y disfrutar de unas cañas en buena compañía. Además, los estudiantes abundan. La Universidad de Granada es la cuarta a nivel nacional por número de alumnos, y uno de los destinos más populares por los estudiantes erasmus. ¡Buen tiempo y una ciudad barata para vivir!

Una capital tranquila

Cuando viajo, me fijo en la tranquilidad de las ciudades. En el comportamiento del tiempo. Me imagino viviendo en ellas, e intento averiguar los sitios especiales, a los que iría si viviera ahí. Busco terrazas al sol en las que desayunar, cafeterías en las que resguardarme cuando llueve o calles en las que miras las paredes porque a tu paso son las que te hablan.

¿Crees qué en Granada todas esas “exigencias” las encontré? Lo guardo para mí. Aunque, lo que te puedo decir, quizá sea una tontería, cosas que se me pasan por la cabeza, que cuando deambulaba por el Albaicín me recordó a las tardes de paseo por la parte vieja de Marbella.

¡Te recomiendo este destino! Y espero que la siguiente vez que visite Andalucía sea Córdoba.

Miryam Tejada